Balbuceando, haciendo
pucheros, como un niño pequeño pero con cara de viejo, como mostrando una
dependencia total…, el 20 de Noviembre de 1975, Carlos Arias
Navarro, presidente del gobierno de la nación, comunica a los españoles la
muerte del Franco.
Se abre en la
historia de España un camino nuevo, por sendas desconocidas, infectado de
peligros, plagado de malos augurios hacia no se sabe dónde, pero buscando una
luz que permitiese vivir a los españoles en paz. Ese deseo sí era compartido.
El dictador procedía
de una victoria, de una guerra que había enfrentado al fascismo, avalado y
amparado por los poderes financieros que temían perder su dinero y su
influencia, y por la Iglesia caciquil y perversa que veía como su ideología, basada
en la felicidad en el más allá, el miedo y el pecado, era repudiada, ya
no por la intelectualidad, que también, sino incluso y de manera más
violenta por las masas campesinas hartas de tanto discurso espiritual y
hambrientas de más justicia social, guerra contra los procesos
revolucionarios que se estaban gestando debido al hambre, la pobreza , la
miseria y la terrible desigualdad social, con la pasividad, pero no la
beligerancia, del pensamiento conservador, liberal, democristiano, aterrorizado
espectador en principio, del choque que se iba, inexorablemente, a producir,
entre involución y revolución.
Ganó la involución. A
la involución política, social y espiritual siguió una tremenda represión.
España se convirtió en un enorme cuartel. El miedo, la propaganda y una
política esclavista en lo económico, trajeron años de hambre y desolación. El
terror era la piedra angular del régimen. Posteriormente, la presión
internacional, que intenta redimir sus pecados de colaboracionismo con un
régimen absolutamente afín a sus intereses, provoca reformas lentas, y la
colaboración con el mundo fascio-militar de otro sector de la población,
técnicos, altos funcionarios de la Administración, etc…”podríamos denominarlos
no guerreros”, que consiguen, por el control salarial riguroso, la intervención
del Estado, la emigración masiva y la ayuda internacional, ir ampliando la
clase media baja, que va saliendo de la dura subsistencia que hasta ahora venía
padeciendo. El dictador va transformando su imagen, transformación de la que
todos somos responsables, los de fuera, por su aceptación interesada, y los de
dentro porque la paz, ese bien soñado por nuestras madres, sufridoras, como
casi siempre en mayor medida, inculcan en sus hijos, aterrorizadas por lo que
habían vivido. La propaganda interna machacona y el control de los,
prácticamente nulos, medios de comunicación…”25 años de paz “, es una consigna
que no cesa y que irá aumentando según vayan pasando los años.
SEGUIRÁ….
No hay comentarios:
Publicar un comentario