En el Palacio
de Congreso, Concha Velasco se reivindica. Una actriz consagrada se presenta,
prácticamente en un monólogo, ante el público, para hacer una exposición de
ideas, pensamientos y reflexiones que surgen en la presencia de una enfermedad.
Su interpretación es simplemente, soberbia. Su dominio de las artes escénicas,
la seriedad con la que acomete un papel finalista y su entrega profesional
hacen un gozo de la contemplación de esta obra. Su papel no está exento de
compromiso y de definición ideológica. Son casi dos horas que se pasan con más
rapidez de la esperada. Os la recomiendo. (Xomargo dixit)
En –Olivia y
Eugenio- madre e hijo enfrentan una situación extrema donde se cuestionan
valores que surgen en tiempos de crisis. La tragedia se acerca
irremediablemente a Olivia que rememora su pasado haciendo un sincero ajuste de
cuentas con su marido, madre, amistades, médicos, y con todos aquellos que
presumen de ser normales, como políticos, profesionales y deportistas con
éxito. Sobre ellos Olivia se plantea si son más normales que su hijo Eugenio,
un joven con síndrome de Down. Finalmente, ¿quién es normal en esta vida?
Ante el
inminente drama la ingenuidad, alegría y natural encanto De Eugenio hacen ver a
Olivia nuevas alternativas, no todas buenas ni malas. Simplemente otras
posibilidades.