10 de marzo de 2015

028.- EL ORO DEL REY.- Arturo Pérez Reverte.



Sevilla, 1626.  A su regreso de Flandes, donde han participado en el asedio y rendición de Breda, el capitán Alatriste y el joven mochilero Iñigo de Balboa reciben el encargo de reclutar a un pintoresco grupo de bravos y espadachines para una peligrosa misión, relacionada con el contrabando de oro que los galeones españoles traen de las Indias.

            Los bajos fondos de la turbulenta ciudad andaluza, el corral de los Naranjos, la cárcel real, las tabernas de Triana, los arenales del Guadalquivir, son los escenarios de esta nueva aventura, donde los protagonistas reencontrarán traiciones, lances y estocadas, en compañía de viejos amigos y viejos enemigos.



01.- El Imperio ultramarino era un flujo de riquezas que permitía a España sostener las guerras que, por defender su hegemonía militar y la verdadera religión, la empeñaban contra medio orbe; dinero más necesario, en una tierra como la nuestra, donde todo cristo se daba de aires, el trabajo estaba mal visto, el comercio carecía de buena fama y el sueño del último villano era conseguir una ejecutoria de hidalgo, vivir sin pagar impuestos y no trabajar nunca; que muy cierta llega la asolación de la república el día que los vicios se vuelven costumbres; pues deja de tenerse por infame al vicioso y toda bajeza se vuelve natural.



02.- Aquella riqueza terminó aprovechando a todo el mundo menos a los españoles: Con una Corona siempre endeudada, se gastaba antes de llegar. Como bien contó el propio Francisco de Quevedo:



                        Nace en las Indias honrado

                        Donde el mundo le acompaña;

                        Viene a morir en España,

                        Y es en Génova enterrado.

                        Y pues quien le trae al lado

                        Es hermoso, aunque sea fiero,

                        Poderoso caballero

                        Es Don Dinero.



03.- Mientras en Castilla los nobles llevaban su estoicismo hasta la ruina misma con tal de no trabajar, la aristocracia sevillana se daba más manga ancha, acercando en muchas ocasiones las palabras hidalgo y mercader; de manera que el aristócrata no desdeñaba los negocios si daban dinero, y el mercader estaba dispuesto a gastar un Potosí con tal de ser tenido por hidalgo. Eso daba lugar, por una parte, al espectáculo de nobles envilecidos que usaban sus influencias para medrar; y de la otra, que el trabajo y la mercadería tan útiles a las naciones siguieran mal vistas, y quedaran en manos de extranjeros. Así, la mayor parte de los nobles sevillanos eran plebeyos ricos que compraban su acceso al estamento superior con dinero y matrimonios ventajosos, avergonzándose de sus dignos oficios. Se pasaba pues de una generación de mercaderes a otra de mayorazgos parásitos que renegaban del origen de su fortuna y la dilapidaban. Con lo que se cumplía aquello de que, en España, ABUELO MERCADER, PADRE CABALLERO, HIJO GARITERO Y NIETO PORDIOSERO.



04.-  “Que injusto es que los seres humanos no puedan llevar la hoja de servicios de su vida escrita en su cara”.



05.- “En la Corte, no trabajar da muchísimo trabajo”.



06.- “El ORO de las Indias escapaba así para financiar ejércitos y naves que nos combatían. Nadie cortaba aquel tráfico porque todos se beneficiaban. Incluso el rey. El resultado salta a la vista: España se va al diablo. Todos roban, trampean, mienten y ninguno paga lo que debe”.



07.- “Lo bueno de un verdadero amigo era que siempre te dejaba dar las cartas sin preocuparse de la baraja”.



08.- Aprendí que es fácil batirse cuando están cerca los camaradas o cuando te observan los ojos de la mujer a la que amas, dándote vigor y coraje. Lo difícil es pelear solo en la oscuridad, sin más testigo que tu honra y tu conciencia. Sin premio y sin esperanza. Con el paso de los años también yo aprendí que la lucidez se paga con la desesperanza, y que la vida del español fue siempre un lento camino hacia ninguna parte.



09.- Si hacemos cuenta que del hombre el primer padre fue un ladrón, la primera madre mentirosa y el primer hijo asesino. ¿Qué hay ahora que antes no hubo?.



10.- La indiferencia lúcida de quien conoce el escaso trecho que media entre estar vivo y estar muerto. Sólo los estúpidos, los fanáticos o los canallas viven libres de fantasmas, o de remordimientos.



11.- Las más mortales estocadas son las que traspasan el bolsillo.



12.- El hombre es más libre cuanto menos debe.

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