27 de marzo de 2014

LA TRANSICIÓN.-ADOLFO SUÁREZ


Adolfo Suárez ha muerto.

Mi respeto más profundo para un hombre íntegro, para un hombre valiente, para un hombre odiado, quizás el más odiado de una época, para un gran político, un gran español y para un hombre que llegará a convertirse, ya lo está haciendo, en el más querido de toda una etapa histórica.

No se debe decir más. Parece que cuando alguien muere hay que hacer una  loa de todas sus virtudes. Aquí no es necesario, lo hará la historia. Así que….Silencio.

 Adoptemos su postura de los últimos años….Silencio y aislamiento, para reflexionar.

Decía en un comentario anterior  que un dictador puede morir en la cama y sobre ello hay que reflexionar, y no lo decía sin propósito. Aguardaba este momento para decir que durante cuarenta años el pueblo español soportó, quizás de manera consciente a un dictador. Lo soportó, pero lo consintió. Lo consistió porque la moral fascio-católica derramó por todas las esquinas del país, un modo de vida que permitía que cada uno se convirtiera en un pequeño dictador. Era un dictador el maestro en la escuela, el cura en el púlpito, el marido con la mujer, en general, la más grande sufridora de este régimen, el niño en la calle, el fuerte con el débil, el cacique con el jornalero, todos llevábamos dentro el concepto de la sumisión que la confesionalidad nos imponía y eso nos hacía a todos dictadores y sumisos a la vez, en mayor o menor medida. Dale un carguillo a Juanillo si quieres saber quién es. Por lo tanto, de la dictadura de Franco todo el pueblo español es corresponsable. Primera premisa para irnos entendiendo.

Cuando Franco se fue, el llamado franquismo sociológico siguió. La Iglesia continuaba imponiendo su dogma. Las actitudes de los políticos del Régimen son las mismas. Arias, Silva,  Fraga, Girón, Areilza, Blás Piñar y cien mil más, todos los personajes del franquismo están ahí y están ocupando parcelas de la vida civil de una importancia primordial. Los curas dominan las mentes de la gente imponiendo su influencia, que todavía es mucha, y dominan la educación, el privilegio que defienden a capa y espada, y que todavía lo hacen, porque saben que, aparte de un lucrativo negocio, es un medio de influencia intelectual de primer orden. Los militares no quieren perder sus privilegios: Residencias Oficiales, lacayos disfrazados de servicio militar, pintores en sus casas, albañiles sin costo, jardineros, mecánicos gratis, cuidadores de niños,….cómo se  pueden permitir perder estos privilegios. El poder local controlado por los caciques, la guardia civil al mando de los alcaldes…..Por supuesto, estos alcaldes eras designados, no elegidos. Todos ejerciendo su pequeña dictadura….Realmente solo sufrieron el rigor de la opresión los verdaderamente desamparados, porque sufrieron la supresión de las libertades en la Dictadura  y la pérdida de su dignidad de las pequeñas dictaduras. El resto vendió su libertad por su seguridad y por su tranquilidad. Ser libres exige una riqueza intelectual muy grande. Es mucho más sencillo ser oveja y seguir incrustado en el rebaño mientras el pastor nos indica el camino. El poder que se había creado era un muro de muchos centímetros de espesor. Segunda premisa para seguirnos entendiendo.

La corrupción se normalizó por generalización, no por insignificante. Se permitió, siguiendo la pauta de permitir todo lo que satisfaga y no vaya contra el sistema, la práctica corrupta. Se justificó por permitir los ingresos extras, y se  aceptó porque bien venidos sean .Así se permitieron “las permanencias” a los maestros, “las igualas” a los médicos, los segundos servicios a guardias civiles, policías, militares, dación de estancos y loterías arbitrariamente,  otorgar a los alcaldes el poder de utilizar la beneficencia, el estraperlo, etc…Todo ello sin control fiscal…Lo que hoy llamamos dinero negro. Nadie hacía daño, pero todo el mundo colaboraba al mantenimiento del sistema. Eso a pequeña escala. En las alturas, la oscuridad era total.  Aquí la tercera premisa.

Y se murió el portero. He dicho bien. Se murió el garante de esta farsa. Y la pregunta que flotó entonces en el aire era….y ahora qué ?

La modernización en las comunicaciones, las salidas al exterior de los emigrantes, la llegada de un turismo en masa, los medios de comunicación la televisión y sobre todo y, fundamentalmente la radio, convirtieron lo desconocido en cotidiano. La gente empezó a conocer la situación real del país. Pero cómo cambiar para que todo permanezca como estaba.

La situación internacional empieza a ser distinta. La crisis del comunismo ruso deja de hacer imprescindible un guardián en el occidente. La consolidación de la democracia en Europa siente la molestia de un régimen dictatorial en su territorio. Las justificaciones empiezan a fallar y la incertidumbre se apodera del país. Dos acontecimientos empeoraron aún más este panorama, son la crisis económica que lanza al paro diariamente a cientos de personas y el terrorismo de ETA que golpea donde más daño puede hacer, es decir, en todas partes.

Cuál es la manera de hacer posible la convivencia entre los españoles ?. Unos defienden el borrón y cuenta nueva, la demolición del edificio. ¿Dónde están los líderes que hagan posible este tránsito?. La gente no sabe ni que existe el PSOE, ni que éste tiene un líder en el interior. ¿Es ya de verdad un líder Isidoro?. Lo conoce alguien fuera de su círculo de íntimos?. Incluso dentro del socialismo clásico, es considerado un referente Felipe González. Ni hablar ya de los históricos líderes del comunismo que viven en el extranjero. Perfectamente localizados y llegado el caso neutralizarlos. ¿Quién entonces? . Y sobre todo….está dispuesto el pueblo español a levantarse en pos de la consecución de un régimen de libertades, con los antecedentes que hemos expuesto. Franco se apaga y muere…Las colas para visitar su capilla ardiente solo van a tener un consecuente que no un antecedente.  Quiere el pueblo libertad o seguridad, como se decía entonces. No hay movilizaciones importantes que pongan un faro a un deseo compartido. Sin embargo, el pueblo, parte de los gobernantes, las fuerzas en el exilio, dinámicos sectores en el interior, atisban que el régimen no puede perpetuarse sin Franco y que un cambio es conveniente e imprescindible. Se busca un eje, el rey, designado por Franco. No se rompe el sistema, no hay ilegalidad. Hay que crear, con todos los lastres señalados, una manera de desmontar el andamiaje, como se dijo entonces, “realizar una transformación total en la vivienda, teniendo en cuanta que sus moradores tienen que seguir viviendo en ella y realizando las labores cotidianas”. Y además de seguir viviendo, soportando las quejas de los vecinos. Todo el mundo protesta porque nadie está totalmente conforme con el ritmo de lo que todavía se pretende hacer.

Finalmente, el rey designa, de manera sorpresiva a D. Adolfo Suárez como presidente del gobierno. El cambio se ha iniciado. Contar cómo se fue produciendo este cambio sería reiterativo y quizás no demasiado fiable todavía. Reseñar las dificultades que hemos expuesto y el broche esperpéntico del 23 F que consolidó a unos personajes y mandó a las catacumbas del recuerdo más repudiable a otros apellidos, en algunos casos ilustres. Bochorno histórico.

Y en esas estamos cuando el capricho del destino borró de la mente de Suárez todo un intenso pasado. Se sumió en el olvido quizás para no presenciar la degradación, ante el pueblo que a él lo había vilipendiado hasta cotas impensables, de personajes incapaces o corruptos o ineptos, o todos los adjetivos a la vez.

Murió y como último servicio quizás, quiso reunir a los tres presidentes que le sobreviven y ante ellos, los tres juntos, actuando como testigos, pensaría quizás en dirigirse a la juventud y decirles: Costó mucho trabajo. El pasado se ha relatado aquí, el esfuerzo para el cambio ha sido inmenso, la actualidad quizás no es un ejemplo, pero el marco es el adecuado. Ser valientes, y entre todos, con vuestro esfuerzo y vuestro trabajo, mejorar esta sociedad para que podáis vivir, vosotros y vuestros hijos y nietos, en paz, con justicia y en libertad. Como digo en mi último adiós: LA CONCORDIA FUE POSIBLE.

Fdo: José Martínez Gómez.

(Xomargo).

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