Hamid Ibn Sellam consigue algo muy preciado para un cocinero: una
receta nueva. Se trata del cuscús, desconocido hasta entonces en al-Andalus.
Joven arrogante, capaz de despreciar a su mejor amigo, un médico judío, para
ascender entre los poderosos, es traicionado por su corazón y se enamora de
Maryem, concubina del Cadí, mujer instruida que le presentará al sabio Abu
Ziryab, creador de la Escuela Sin
Nombre, una escuela de tolerancia transmisora de los valores humanos. Son
tiempos difíciles, cuando el castillo de la al-Hamra empieza a construirse y
los castellanos pretender conquistar el último reducto de los musulmanes
españoles.
La luna sobre la Sabika es una novela
histórica didáctica. Su distribución por capítulos, cuyos temas son
independientes, y su prosa poética, muy del estilo andalusí, nos ayudan a
conocer la España
musulmana en toda su amplitud. Con su lectura aprendemos a comprender una
cultura desgraciadamente olvidada pero a la que tanto debemos: costumbres
sociales, tolerancia, higiene y sobre todo su cocina.
Para el necio, a
menudo, la inconsciencia es valentía.
Hasta el cervatillo más inocente sabe que debe ser prudente ante la
presencia del lobo.
La hipocresía viste generalmente
al sabio.
Lo preciado de la vida
es el equivocarse, ya que el sabio aprende más de los errores que de los
aciertos.
Una actitud muy humana
es confundir la generalidad con la parcialidad. En el fondo nos traiciona la
simplicidad.
El hombre necesita
excusas para todo, incluso para ser bueno.
El daño que se produce
en la guerra es universal. Cuando el hombre desea matar no entra en categorías
de crueldad.
Como la vida se acaba
con la muerte, la esperanza se acaba con la realidad.
La convivencia es a
veces tan fría que impide que dos personas se conozcan aun compartiendo el
mismo techo.
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