20 de septiembre de 2014

020.- LA GRAN DESMEMORIA.- Pilar Urbano.



LA GRAN DESMEMORIA.

Lo que Suárez olvidó y el rey prefiere no recordar.

PILAR URBANO.



Tras el éxito rotundo de El precio del trono, Pilar Urbano hace un valiente ejercicio de investigación para acabar con mitos y medias verdades que han desfigurado nuestra reciente historia.

 Con documentos inéditos y testigos que al fin cuentan lo que nunca habían contado, Urbano averigua cómo actuó el rey en la Transición.

La autora sale al encuentro de las dudas y sospechas del hombre de la calle: si el Rey fue verdaderamente “el motor del cambio” o si el temor al Ejército y al búnker le aconsejaron pisar el freno; por qué el monarca se ausentó en Paris mientras Suárez legalizaba al Partido Comunista; desde cuándo y hasta dónde estuvo el Rey informado de la Operación Armada; cuál fue el auténtico motivo de la dimisión de Suárez; el juicio militar del 23 F, un simulacro consentido para tapar la trama conspirativa de diputados y empresarios dispuestos a gobernar bajo un general…

Pilar Urbano introduce al lector en las estancias del poder, permitiéndole asistir a escenas electrizantes y escuchar en toda su crudeza los diálogos de los protagonistas tal como fueron.

“Discrepo-dice la autora- de Camus cuando afirma que “la verdad tiene dos caras, una de las cuales debe permanecer oculta”. Mi servicio al ciudadano es justamente lo contrario: descubrir tramos de la historia que nos venían ocultando y reclamaban luz”.

La historia de un hombre ha de ser recordada por él mismo, que es quien la sabe de verdad. Un hombre es él y su historia. Buena o mala, su historia es su vida, con sus raspaduras y sus muescas.

Siempre son mejores los anuncios de reformas que las reformas en sí mismas. En política, es mejor prometer que dar.

Don Juan Carlos dijo, dile a Adolfo que no se olvide que su electorado es de centroderecha; que para hacer política de izquierdas ya está la izquierda. El desacuerdo del Rey con la gestión de Suárez aumentaba por días.

Suárez aguantaba el chaparrón del Rey. He demostrado que tengo aliados…¡las famosas periferias que a esos golpistas les dan náuseas y a las que quieren cortar las alas…o el cuello! Y yo, en cambio, lo que deseo es incorporarlas a la responsabilidad de gobernar para todo el Estado. No podemos hablar de una soberanía nacional ni de una integridad territorial auténtica mientras no sea posible que en el despacho de la Moncloa se sienten un vasco del PNV o un catalán de CIU como presidentes del Gobierno de España.

He llegado al convencimiento de que hoy, y en las actuales circunstancias, mi marcha es más beneficiosa para España que mi permanencia en la presidencia. Me voy sin que nadie me lo haya pedido; porque “no quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España. Ese “nadie” solo podían ser los militares o el Rey. O los militares y el Rey. Podían, sin deber poder.

Solo hay que tener miedo al miedo mismo. Si solo son sancionados los jefes de una rebelión, y quedan impunes los que también los secundaron, los derechos del pueblo quedan desprotegidos. Cuando es demasiado "barato” participar en un golpe de Estado, porque se tiene la seguridad de que solo castigarán a los promotores, entonces el propio Estado queda indefenso y a merced del miedo. El miedo no puede determinar la política española. No hay libertad bajo el miedo, no hay derechos ciudadanos bajo el miedo, no se puede gobernar bajo el miedo. El miedo traería consigo la involución política.

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