28 de septiembre de 2014

022.- INTEMPERIE.- Jesús Carrasco

INTEMPERIE.
Jesús Carrasco.
Un niño escapado de casa escucha, agazapado en el fondo de su escondrijo, los gritos de los hombres que lo buscan. Cuando la partida pasa, lo que queda ante él es una llanura infinita y árida que deberá atravesar si quiere alejarse definitivamente de aquello que le ha hecho huir.

Intemperie  traslada al lector un sentido de responsabilidad grave. Nos hallamos en un espacio mesetario fácilmente identificable con la España central dentro una época que no interesa en absoluto. Se ha escapado de la casa de su padre y su marcada obstinación por no ser descubierto presagia que su huida responde a algo peor que el castigo por ser encontrado.

Poco después se acerca a un cabrero, un pastor viejo, artrítico y solitario, quien sin ninguna muestra de cariño lo acoge durante unos días. Su huida se ve aderezada de la iniciación al pastoreo, búsqueda de agua y pastos, ordeño, caza menor para subsistencia. Todo ello como recuerda el título, a la intemperie.

A través de arquetipos como el niño, el cabrero o el alguacil, Jesús Carrasco construye un relato duro, salpicado de momentos de gran lirismo. Una novela tallada palabra a palabra, donde la presencia de una naturaleza inclemente hilvana toda la historia hasta confundirse con la trama y en la que la dignidad del ser humano brota entre las grietas secas de la tierra con una fuerza inusitada.

Su vocabulario es preciso y adecuado a la actividad de los personajes. La novela es muy dura porque provoca  a la imaginación y la hace identificarse con unos personajes que, por circunstancias diversas, viven al límite de la supervivencia. La identificación la logra plenamente. Es un buen libro que gusta leerlo aunque provoque nuestra desazón y temor en muchos momentos. (Xomargo dixit).

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