24 de marzo de 2017

064.- LA FORJA. - Arturo Barea.



 Exiliado en Inglaterra desde 1938, Arturo Barea se dedicó plenamente a la literatura y al periodismo y fue en “la paz del country” donde terminó la que sería su obra magna, La forja de un rebelde, una trilogía que figura entre las obras maestras de la literatura universal. La primera parte, La forja, apareció el 12 de Junio de 1941. En ella, Barea narra su infancia y primera Juventus en el Madrid de principios de siglo.
“¡Quieto gorrión! ¿De dónde han salido los granos de trigo? Mira las hormigas en hilera, andando de espaldas, tirando cada una de un grano. Y a ti, gorrión, ¿no te da vergüenza comerte el grano de trigo que llevan con tanto trabajo y tal ver comerte la hormiga que se quedará pegada al grano, agarrada con sus dientes negros y secos? (….). ¿Es esto la vida? ¿Quitarse la comida unos a otros? ¿Comerse unos a otros?”

·       Si yo tuviera que vender periódicos, me daría vergüenza, pero como no soy yo quien los vende, esto me divierte.
·       Al infierno va toda la gente de buen humor y al cielo todas las beatas aburridas que no saben salir de las faldas de los curas y los sacristanes.
·       Para ordeñar a las vacas hay que apretarles las ubres.
·       Yo creo que esto de aprender o no, es como nacer jorobado, que no tiene remedio.
·       Los únicos buenos son los que tienen dinero y todos los demás son malos. Cuando protestan les dicen que tengan paciencia, que ganarán el cielo y que no importa nada lo malo que se pasa en esta vida. Quiero saber, saber mucho más, porque es la única posibilidad de llegar a ser rico y cuando se es rico, se tiene de todo, hasta el cielo. Pagando, los curas dicen misas y dan millones y millones de indulgencias.
·       La familia y los trastos viejos, lejos.
·       A veces, los hombres que hablan hacia adentro. Las palabras no salen de la boca, suenan dentro. Hablan para ellos, para ellos solos, pero no hablan de ellos.
·       Entonces, no tiene uno que preocuparse que los chicos lleguen a ser más que uno. Más que lo que es uno, sí. Pero no distintos a como uno es.
·       Los hijos estamos aquí porque ellos nos han traído, por gusto suyo. Y deben aguantarse con lo que ha sido su gusto. Tener hijos es un placer que se paga bien caro.

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