· 1 Bote de patatas cocidas.
· 2 latas de melva en aceite.
· 1 cebolla.
· Aceite de oliva.
· Sal.
· Orégano.
· Perejil picado.
Abrimos el bote de patatas, las escurrimos y las lavamos debajo del grifo.
Ponemos
a hervir agua en una cazuela. Cuando alcance el punto de ebullición,
echamos (¡con cuidado!) dentro las patatas. Las dejamos un par de
minutos y luego las sacamos y escurrimos bien.
Con estos sencillos pasos, las patatas habrán perdido el regustillo a conserva.
Abrimos la lata de melva, escurrimos el exceso de aceite y la sacamos, con ayuda de un tenedor, con cuidado de que no se desmigue demasiado. La añadimos en trozos grandecitos a las patatas.
Cortamos cebolla cruda a daditos (la cantidad ya depende del gusto de cada uno) y la esparcimos sobre las patatas y la melva.
Aliñamos con aceite de oliva, sal y perejil picado. Removemos con cuidado, para que la melva no se rompa mucho.
Puede
consumirse inmediatamente, a temperatura ambiente, o dejar enfriar en
la nevera antes de servir. Si lo hacemos de esta segunda forma,
añadiremos un poquito más de aceite antes de llevarlo a la mesa y
volveremos a mezclar.
Al servir, espolvoreamos con un poquito de orégano.
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