TODOS LOS BUENOS SOLDADOS.
DAVID TORRES.
Nochevieja de 1957. Artistas españoles viajan a Sidi Ifni para animar a
las tropas sitiadas y el cómico Miguel Gila acaba involucrado en un crimen, una
sórdida trama de venganza, sexo y tráfico de kif que implica a un joven alférez
enamorado, a la hija de un héroe de guerra a un viejo legionario y a un
desertor estadounidense que practica surf. Gila reconocerá allí el mismo humor
negro de sus monólogos bélicos, ese olor a pólvora del absurdo que es también
el aroma de la derrota y de la guerra civil.
Más allá de los géneros, Davis Torres se adentra en el desierto de la
emociones humanas, en las encrucijadas del salvajismo y la civilización, con
una novela que quiere ser también “un homenaje a los combatientes que no tienen
nombre ni voz, los anónimos figurantes que nadie ve y que son los buenos
soldados de esta historia”.
1.- Para un hombre, la soltería era sinónimo de libertad pero para una
mujer era una maldición, la condena definitiva. ¿Qué podía hacer una mujer
sola, huérfana y soltera, salvo dedicarse a puta o a monja?. Sin la sombra
protectora de un varón, sin su permiso, no podía emprender un negocio, ni
comprar una casa, ni siquiera abrir una cuenta corriente. En España las
solteronas pasaban de la infancia a la vejez de golpe.
2.- La legión y la falange nunca han sido buenos amigos.
-Ni siquiera sé muy bien qué es la Falange.
Ellos tampoco. Quieren ser soldaditos pero sin arrastrarse por el
fango. Matar, pero sin mancharse la camisa azul. Construir la patria pero que
los ladrillos los pongan otros. Se creen la flor y la nata y no son más que
unos señoritos de mierda.
3.- Hay que contar siempre la verdad
Contar la verdad es muy difícil; la verdad incluye también la fealdad y
la miseria.
Por supuesto. Eso es lo que hace de Goya un genio.
Esta novela también ha sido escrita en homenaje a los combatientes de
uno y otro bando.
Mi padre, Antonio Martínez Ortega, estuvo allí como contramaestre del
Crucero Canarias.
Lo he leído recientemente y me ha gustado. Ciertamente recomendable. Rubén.
ResponderEliminar