ONCE MINUTOS.
PAULO COELHO.
La vida es muy rápida; hace que
la gente pase del cielo al infierno en cuestión de segundos.
Las
revistas pornográficas, en la que todo el mundo hablaba de placer pero ponía
cara de dolor.
Si
tengo que ser fiel, en primer lugar tengo que ser fiel a mí misma. Si busco el
amor verdadero, antes tengo que cansarme de los amores mediocres. Nadie es
dueño de nada.
Estoy
aquí porque he escogido este destino. La montaña rusa es mi vida. La vida es
lanzarse en paracaídas, es arriesgarse, caer y volver a levantarse, es
alpinismo, es querer subir a lo alto de uno mismo, y sentirse insatisfecho y
angustiado cuando no se consigue.
El
amor era la primera de las cosas capaces de cambiar la vida de una persona,
pero la desesperación transforma más deprisa.
En
la búsqueda de la felicidad, estamos todos suspensos.
Vivía
siempre preocupada por los demás.
Un
hombre no demuestra que es macho cuando tiene una erección. Es un macho si es
capaz de dar placer a una mujer. Si es capaz de dar placer a una prostituta,
entonces se creerá el mejor de todos.
El
ser humano puede soportar una semana de sed, dos semanas de hambre, muchos años
sin techo, pero no puede soportar la soledad.
El
que ama al máximo se siente libre. Nadie pierde a nadie, porque nadie posee a
nadie. Esa es la verdadera experiencia de la libertad: tener lo más importante
del mundo sin poseerlo.
Por
primera vez, alguien no la veía como un objeto.
Considerando
el mundo tal y como es, un día feliz es casi un milagro.
Esperar
es la parte más difícil.
Nadie
sabrá humillar si no es humillado también. Las experiencias más importantes del
hombre son aquellas que lo llevan al límite. Cuando un hombre humilla a su
mujer, está siendo cobarde, son personas que jamás se han atrevido a mirar en
el fondo de sus almas.
Soy
dos mujeres. Soy el ama de casa y la prostituta, ambas viviendo en el mismo
cuerpo. El encuentro de una mujer consigo misma es un juego con riesgos serios.
El
deseo no es lo que ves, sino aquello que imaginas.
El
final es siempre más difícil que el principio. La libertad de su amor era no
pedir ni esperar nada. El que es capaz de sentir sabe que es posible tener
placer incluso antes de tocar a la otra persona. El que está enamorado hace el
amor todo el tiempo, incluso cuando no lo está haciendo. Nada que ver con once
minutos.
El
amor más fuerte es aquel que puede mostrar su fragilidad. Lo peligrosos es
focalizar ese dolor, darle un nombre de persona. Cuando algo positivo viniese a
su cabeza dejaba lo que estaba haciendo, sonreía y agradecía estar viva y no
esperar nada del hombre que amaba. Si su corazón empezaba a quejarse de su
ausencia, vale, sigue haciendo lo que deseas, mientras yo me dedico a cosas más
importantes. Hasta que esos recuerdos, al ser aceptados pero amablemente
rechazados, se apartaban por un tiempo considerable. Uno de esos “pensamientos
negativos” era la posibilidad de no volver a verlo pero lo convirtió en un
“pensamiento positivo”: cuando se fuese, podría responder: Bonito, capaz de
amar y de ser amado.
Aquel que
ama no depende del acto sexual para sentirse bien. Una persona que vive
intensamente su vida goza todo el tiempo y no echa de menos el sexo. Cuando
practica el sexo, es por abundancia.
Millones
de parejas practican el arte del sadomasoquismo, se quejaban de todo, sin saber
que bastaba u “hasta nunca” para liberarse de la opresión.¿Por qué tenía que
llevar esa vida que llevaba?. Porque le gustaba.
Hay
ciertos sufrimientos que solo pueden ser olvidados cuando podemos flotar sobre
nuestro propio dolor.
El pecado
original fue que Eva tenía miedo de seguir su camino sin la ayuda de alguien, y
entonces quiso compartir lo que sentía. Ciertas cosas no se comparten.
Todas
creen que el hombre desea simplemente once minutos al día. No es así; el hombre
también es una mujer; quiere encontrar a alguien.
Habían
aprendido a convivir en libertad. Se amaban, porque sabían que no se
necesitaban el uno al otro.
El mundo
no es solo sexo. No era lo más importante del mundo, pero era importante, sí.
¿Por qué
estará el mundo tan preocupado por las apariencias?
Creemos
que sexo y eyaculación son lo mismo y, no lo son. No aprendemos, porque no
tenemos valor para decirle a una mujer: enséñame tu cuerpo. No aprendemos
porque ella tampoco tiene el valor de decir: aprende como soy.
Las
películas nunca dicen qué sucede después. Se acaban antes de que el verdadero
mundo empiece.
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