VIAJE A LA ALDEA DEL CRIMEN.
Ramón. J. Sender.
______________________________________________________________________
En enero de 1.933 se produjo una revuelta en un pequeño
pueblo gaditano, Casas Viejas, que fue brutalmente sofocado por las fuerzas del
orden republicanas. Veinticinco personas perdieron la vida en unos sucesos que
a la postre acabarían forzando la dimisión del presidente del Gobierno, Manuel
Azaña.
Desde el primer momento hubo dudas respecto a la versión
oficial de los hechos y varios periodistas se desplazaron enseguida a Casas
viejas para recabar más información. Uno de ellos fue Ramón J. Sender, ya por
entonces famoso escritor y periodista, quien el 19 de Enero publicaría en el
periódico La Libertad la primera de una serie de crónicas sobre lo sucedido.
Poco después, Sender aprovecharía la información recopilada por la comisión
parlamentaria y el posterior juicio a los mandos que dirigieron la represión
para reestructurar y ampliar los textos de las crónicas y darles forma de
libro.
Publicado por primera vez en 1934, Viaje a la aldea del
crimen es uno de los mejores reportajes españoles del siglo xx y un libro
fundamental para entender las profundas tensiones políticas y sociales a las
que tuvo que hacer frente la Segunda República.
Dice Borrow: Los andaluces de
clase alta son probablemente, en términos generales, los seres más necios y vagos
de la especie humana, sin otros gustos que los goces sensuales, la ostentación
en el vestir y las conversaciones obscenas. Su insolencia solo tiene igual en
su bajeza, y su prodigalidad, en su avaricia.
Y luego están los campesinos. Es
cierta la miseria. Es verdad el hambre y el odio. Aquí conviven
inexplicablemente, esos hombre con los otros. Después de ver a estos hombres,
da vergüenza comer.
En Casas Viejas, como en el resto
de Andalucía, hablan recio los que comen. Hablan quedo los hambrientos. Cuando
un campesino, habitante de un pueblo, cuando tiene algo suyo, su hogar, el
hambre es todavía humana. Eso se ve en muchas regiones españolas. Pero en Casas
Viejas no puede llamarse “casa”, sino guarida.
Tenían
hambre mis hijos, mi mujer, yo mismo.
Bien, es duro eso. También yo la
tendría si no comiera. Para comer hice unas oposiciones a judicaturas. Para que
sigan convocando oposiciones debe haber quien tenga hambre y robe, quien tenga
hijos hambrientos y se subleve.
De la exposición de la tragedia
en sede judicial destacó esta declaración:
Que los socialistas siguen
diciendo que esta es una República democrática regida por intelectuales y que
desarrolla una “alta política”. Compatible con el contento y la satisfacción
con que los terratenientes andaluces monárquicos y feudales se acercan a los
partidos republicanos y a los socialistas “dispuestos a colaborar con
entusiasmo”. “Ante todo, la Patria”, como decía el jefe de los guardias en la
plaza de Casas Viejas, antes de dar los tres vítores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario